Las calles y San Francisco se llenaron de dignidad y rebeldía

21 de mayo de 2015

“La consigna “¡Fuera Correa fuera!” fue la que con mayor fuerza se escuchó a lo largo de la marcha” del 1 de mayo de 2015

 

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Las calles y San Francisco se llenaron de dignidad y rebeldía

Quito 1 de mayo de 2015

A las 9h25 de la mañana, mientras la ciudad y el país despiertan expectantes, inicia el desfile de los trabajadores frente a la Plaza de República de Quito. Los principales dirigentes sindicales y sociales del Colectivo de Unidad Nacional y del FUT abren sin ceremonia la marcha y dan paso a una multitud de pobladores, trabajadores y ciudadanos, mujeres, hombres, jubilados, jóvenes y niños, con monigotes, banderas, pancartas, hojas volantes, gritos, coros, estribillos, que se dirige a la plaza de San Francisco.

Para nadie es admirable que a esa hora pueda existir tal cantidad de gente y con tanto entusiasmo y coraje para una jornada de conmemoración por el Día Internacional de los Trabajadores. Había un ingrediente adicional importante: la condena a una política antipopular y antiobrera prevaleciente en el país, y el rechazo a la corrupción, la represión, el insulto y la criminalización de la protesta social.

La mañana es fresca, casi primaveral, con nubes que, de cuando en cuando, permiten la filtración de tenues rayos de sol para abrigo de los marchantes. Esta mañana es distinta, para nada rutinaria. La gente llega al sitio de partida desde tempranas horas y con puntualidad. Reflejan en sus rostros el compromiso y la esperanza inquebrantable: lograr con estas acciones un cambio en la dirección del país para un futuro mejor. Esta esperanza que, en repetidas ocasiones, ha sido burlada y traicionada por los presidentes de turno.

Pese a las preocupaciones de las embestidas oficiales a la economía de las clases desposeídas y de los más vulnerables como los jubilados, la atmósfera que se respira es alegre y de optimismo. Pero poco a poco se va dibujando en el semblante del conjunto social que va marchando sobre el pavimento como una máquina incontenible, la rebeldía, el enfado y el descontento frente al engaño, la mentira y la humillación.

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“¡Fuera Correa, fuera!”

Desde el arranque, los marchantes evocan cánticos, frases, refranes, acompañados de bombos, tambores y pitos, que fustigan al presidente Correa, a su gobierno, a los asambleístas de su movimiento que dominan la Asamblea Nacional, a las políticas antipopulares. Entre las consignas, aquella “¡Fuera Correa fuera!” fue la que con mayor fuerza se escuchó durante la marcha; o, “Correa mentiroso, Correa explotador, el pueblo te rechaza, en todo el Ecuador”; o, “Vamos Quito carajo, Quito no se ahueva carajo”; “A preparar, la huelga nacional”.

El ambiente bullicioso va tomándose la ciudad. La avenida 10 de Agosto se viste con una multitud de gente que ha llenado de pánico al gobierno. Y esta preocupación no es vana, porque el pueblo parece haberse cansado de promesas no cumplidas. Y el cheque en blanco al portador que le extendió hace ocho años, definitivamente parece haber sido revocado.

La máquina social que devora todo cuando la despiertan, avanza en forma pacífica pero con la indignación que caracteriza a esta hora de la Patria, por la calle Guayaquil, hasta tomar la calle Sucre y subir a la tradicional plaza de San Francisco. Al poco tiempo, la plaza se llena y parecería que no habría lugar para quienes siguen marchando y se aproximan a esta plaza histórica.

Atrás quedó la inconsulta travesura de un trío de oficiales policías que intentaron cambiar el rumbo de la marcha y orientarla por la calle Cuenca. Pudo más la firme decisión de no permitir un atropello más de última hora. Solo que ese atropello policial llegaría horas más tarde cuando interrumpió el avance de la marcha por la calle Guayaquil, bajo el argumento de que la plaza estaba llena y no cabía más gente.

La plaza de San Francisco, a la que rodea un aire mágico, es la misma que acoge y recoge los sentimientos del pueblo desde épocas distantes; pero este es un momento muy distinto por la gran diversidad política y cultural y el avance de su gente.

Esta vez la plaza se llenó de discursos encendidos y aplausos de los presentes. Los dirigentes del FUT, de la CONAIE, de la ECURUNARI encendieron el fervor, y todo apuntaba a exigir medidas más radicales para futuras acciones, como un paro nacional o levantamiento del pueblo. La quinta convención del Colectivo Unitario de estas organizaciones, que se reunirá en los siguientes días, determinará las acciones a seguir.

Esta fue la ocasión para que Pablo Serrano, máximo dirigente de la CEOSL, tomara en San Francisco la posta en la Presidencia del FUT de manos del presidente saliente Edgar Sarango.

Pero también la plaza se llenó de mucha esperanza, donde prevaleció la alegría de la juventud revolucionaria al ritmo de tambores, luces y un monigote. Lo propio hicieron las obreras y obreros de las artes, que sobre las piedras desplegaron su actuación, al ritmo de tambores, tenores, flautas, cantos y cintas.

Fueron casi cinco horas. Fue una mañana que invitó a la protesta y a la reflexión política profunda sobre la suerte del país y sus pobladores, pero también para conmemorar a los mártires de Chicago y a festejar –por qué no– el día consagrado, en honor a aquellos mártires, al reconocimiento de las trabajadoras y los trabajadores del mundo.

La otra marcha

Mientras en la otra plaza, la de Santo Domingo, tres cuadras más allá, hacia el suroriente, la concentración gobiernista se iba nutriendo constantemente con gente traída en buses desde diversos sitios de la provincia de Pichincha y de otras zonas, de servidores públicos obligados a asistir bajo la amenaza explícita y no explícita de caer en desgracia y perder el puesto. Aquello contrastaba con la denuncia de los dirigentes del FUT: trabajadores que venían de Tambillo a Quito a la marcha unitaria trabajadores-indígenas-campesinos, en buses pagados con sus propios recursos, fueron impedidos de avanzar a la capital, igual que otros buses que traían a miembros del seguro social campesino.

En la concentración oficialista en Santo Domingo hubo de todo, menos la intención de ahorrar recursos en esta época de “vacas flacas”: tarimas extensas, artistas nacionales y extranjeros, sonido envolvente, pantallas gigantes, transmisión en cadena por radio y TV. Todo un fabuloso despliegue de ese estado de propaganda que quiere vivir y demostrar en dónde está el poder.

Y la actuación de fondo del presidente Correa para, con su estilo habitual, ensalzar su gobierno y políticas y criticar ásperamente a los dirigentes laborales y a la prensa.

Pero en medio de esta jornada histórica, queda una sentencia pronunciada por un trabajador anónimo del FUT: “Desde hace ocho años, el pueblo espera una verdadera revolución que no llega y ya ha perdido las esperanzas de que con este gobierno pueda llegar” (HJI).

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