Tomado del Diario El Hoy Jueves 19 de Junio del 2014.
Entrevista: El líder histórico del levantamiento indígena de los noventa Luis Macas hace una lectura a los mandatos de la movilización que arrancará el sábado. Considera que el proceso ya se inició y que es de largo aliento.
La movilización que inicia el sábado se abanderó del tema del agua pero el debate aún no ha concluido en la Asamblea
Con la agenda del movimiento indígena comulgamos todos. El tema fundamental es el que tiene que ver con la soberanía alimentaria, es decir, la tierra y el agua. El agua es un recurso cada vez más escaso. En el último tiempo se ha convertido en un elemento de disputa entre los que acaparan y las comunidades que también necesitan para su consumo. La movilización no tiene que ver solo con las marchas. En las organizaciones hay talleres, debates. Desde ese perspectiva, tiene un sentido de estar alertas. El agua no solo es de interés del movimiento indígena.
Sin embargo, el tema del agua no es el único. El segundo punto tiene que ver con dejar el petróleo del Yasuní-ITT bajo tierra y proteger los territorios de la actividad minera. El Régimen dirá que es una agenda política…
Los temas de la agenda no son políticos, son cruciales. En materia del extractivismo, por ejemplo, el V Congreso de la Conaie contó con la presencia de las delegaciones de Tundayme, Pananza e Íntag, los afectados por Chevron-Texaco y los que viven en el Yasuní. Ellos nos comentaron la vida de esas comunidades. Estos temas no solo se tratan por un afán de debatir; se convierten en insumos de la agenda del movimiento indígena.
Otro de los mandatos es la oposición al cambio de matriz productiva. ¿Cuál es el cambio en ese tema que ustedes apuntan como una plataforma de lucha?
No es oponer por oponernos. Hay dos problemas fundamentales en el cambio de la matriz productiva. Uno, el levantamiento del subsidio al gas, que va a afectar a la población más pobre de este país, no solo a las comunidades indígenas. La sustitución del gas por energía eléctrica también afecta, porque las tarifas se elevaron. Dos, el tema del extractivismo: ¿cómo es posible que se arme el cambio de la matriz productiva haciendo más daño a la naturaleza? Hay una contradicción bastante irresponsable. Además, las comunidades indígenas están asentadas en las áreas de la megaminería. No estamos de acuerdo con que el cambio se haga sobre la base del sacrificio de las humanidad, de la naturaleza, de la vida.
El movimiento indígena convoca a una movilización con otros sectores: sindicatos, maestros, organizaciones sociales, jóvenes. ¿Cómo se logró esta articulación?
Una plataforma común es lo que va a convocar a una movilización. El tema del Código Laboral no solo afecta a los sindicatos. Los jóvenes que viven en el campo se están quedando al margen de la educación superior. En cuanto a los criminalizados por la protesta social, llegan a 207 casos. Es una persecución permanente. La justicia y el tema legislativo están en manos del Ejecutivo. No hay independencia. Todos estos temas convergen en la plataforma de lucha que va a permitir la movilización
Pero es el movimiento indígena el que articula la lucha. ¿Cuáles son las condiciones para ello?
El movimiento indígena sigue siendo el eje articulador. Estas políticas, que han sido contrarias a los intereses populares, han hecho que empiecen a darse estos acuerdos entre los sectores. El Gobierno ha tratado de manipular a los movimientos sociales y nos damos cuenta de que es necesario unirnos y levantar una lucha conjunta. A todos, este Régimen autoritario y dictatorial nos ha afectado de alguna manera. Los sindicatos están invisibilizados, los maestros, los jóvenes, los campesinos… Hay que levantar las acciones que corresponden. Es luchar contra esa idea de subordinar a toda la sociedad desde una institucionalidad.
¿Eso significa que la movilización es el paso a una protesta mayor?
El concepto de movilización no es de un día para el otro. La gente está movilizada en las comunidades de las diferentes provincias y vive en una dinámica tal que se analizan los temas y se socializan las propuestas. Desde ese punto de vista, la movilización ya empezó y es un proceso de largo aliento. Poco a poco, el pueblo ecuatoriano se dará cuenta de que hay que unirnos y trabajar para que se establezca desde los pueblos este ambiente de libertad en el que cada uno de los sectores sociales pueda seguir haciendo lo que hemos hecho siempre: los campesinos en el campo, produciendo; los maestros en sus aulas… Esta marcha no va a terminar en uno o dos días. No solo se trata de ir a las carreteras o a las plazas. El mismo hecho de tratar estos temas va movilizando la conciencia de cada uno.
La reelección indefinida es otro punto de la movilización, pero AP ya empezó a tratarlo…
Este tema parece que es el inicio del fin de Alianza País. Personalmente he constatado que en algunas provincias el movimiento está fraccionado. Son representantes de sectores con intereses. Hay dos y tres directivas, tres cabezas… Hay una disputa interna, azuzada por el interés de cada uno de los grupos que integran este movimiento. Como políticamente no se ha logrado hacer nada, Alianza País es Rafael Correa, entonces, tiene que estar en la palestra, en el discurso político, y tiene que ser reelegido porque, de otra manera, no hay vida para Alianza País. Tratar de modificar una Constitución que fue aprobada por el 80% de la población ecuatoriana, esto es atreverse a enfrentar a todo el pueblo que dijo que sí a la Constitución. ¿Por qué no se hace una consulta? Aquí se está viendo toda la debilidad de AP.
Usted lideró el levantamiento indígena en los noventa. ¿Cuáles son las condiciones de Ecuador de esa época y ahora? ¿Avanzamos?
En materia de democracia, cuando se inauguró el Régimen actual y se instauró la Constituyente, todos pusimos la esperanza en que íbamos a renovar un Estado viejo, una democracia anquilosada, un sistema político de disputa e intereses. Eso nos dio el ánimo para participar directamente a los ecologistas, las mujeres, los jóvenes, los indígenas… Con el tema de la reelección hay un retroceso a los años cuarenta, al período del velasquismo y de las dictaduras militares.
¿Usted se siente defraudado?
Definitivamente. El retroceso se ve en el manejo económico, que ha hecho obras a cambio de hipotecar al país. Hemos vuelto a los organismos multilaterales como el Banco Mundial y el FMI. Estamos dejando en el aire a las futuras generaciones. Regresamos a las décadas del pasado, cuando estas instituciones imponían su agenda.